miércoles, 15 de diciembre de 2021

México, un país de destino de migrantes.

 México país del sueño mexicano para migrantes.

 
Migrantes durante sus rutas.

 

    México es concebido como un país de origen y de tránsito de migrantes. El éxodo de millones de personas de origen mexicano y centroamericano que transitaron por el país hacia Estados Unidos durante el siglo XX y lo que va del XXI, ha dado forma a esta apreciación.
 
Con esto en mente, la política migratoria mexicana ha dado prioridad durante décadas  a la protección de mexicanos y mexicanas en el exterior y a la gestión del flujo de migrantes procedentes de Centroamérica en situación irregular cuyo objetivo final, se asume, es establecerse en Estados Unidos. 
Sin embargo, expertos y expertas de todo el país concuerdan en que México ha cambiado: el movimiento de personas migrantes hoy es mucho más complejo que el de ayer y esto está provocando un cambio en el sistema migratorio del país.
 
Aunque México tiene una posición geográfica estratégica, el número de personas que viven aquí, pero nacido en el extranjero sigue siendo pequeño como otros países de la OCDE. Sin embargo, si los migrantes se agregan en tránsito (de 300,000 a 500,000 por año), 3 refugiados (alrededor de 16000), la repatriación (alrededor de 200000 por año) 4 y la reubicación interna (aproximadamente 11,500 años 2018), 5 dígitos ya no están disponibles (ellos No han pasado años), y es probable que continúen aumentando su futuro futuro. De hecho, los expertos esperan un aumento en la devolución del origen mexicano y la expulsión de los estadounidenses en América Central a través de la frontera norte como un efecto COVID-19 en la cueva del mercado de diques y se ha producido el cierre de las fronteras. Producción en el país vecino.
 
Es todo lo anterior que podemos decir que enfrentamos el cambio del modelo del sistema de migración. México también es un país de destino. A pesar de esta nueva realidad, todos los campos no indican para todas las áreas, incluidas las organizaciones públicas, sobre cómo administrar nuevos movimientos, que involucran la integración o la recepción.  Aunque la causa de esto es mucho, trataremos de describir a los principales.  
 
En primer lugar, la población migrante en México en efecto es baja, en parte porque la política migratoria mexicana ha sido históricamente restrictiva, pero también porque los datos disponibles son insuficientes y no hacen un fiel reflejo de la realidad. Según fuentes oficiales, menos del 1 % de la población residente es extranjera, y una parte de esta población es mexicana por nacimiento (descendientes de migrantes mexicanos en Estados Unidos). En segundo lugar, el poder político, económico y social de México ha centrado toda su atención en exigir a terceros países, principalmente Estados Unidos, un trato más justo para las y los mexicanos, eludiendo sus obligaciones hacia aquellas personas extranjeras que habitan en México. En tercer lugar, hay una decisión manifiesta de omitir la gestión de personas en movilidad de la agenda, dada la impopularidad del fenómeno.
 
Las reacciones negativas por parte de algunos sectores sociales en México ante la apertura de albergues para extranjeros son un buen ejemplo. Finalmente, habría que mencionar el nacionalismo xenófobo, que desde la era posrevolucionaria juega un papel fundamental en los procesos de adopción de decisiones e impide la construcción de políticas migratorias eficaces.


 
 

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